lunes, 14 de septiembre de 2009

Las razas de Hesíodo


Como ya hemos visto, hubo una primera raza de hombres que vivían y morían felices sin sentir ningún tipo de preocupación; eran los súbditos de Cronos, una raza preagrícola y prediluviana a la que Hesíodo llamó raza de oro. Pero cuando Cronos, perdido el poder ante sus hijos, hubo de retirarse derrotado a Sicilia, esta raza desapareció de la tierra por extrañas razones, aunque de forma no violenta, como quedándose eternamente dormidos en algún lugar desconocido.

A ésta siguió una raza de plata, una raza de hombres comedores de pan, que estaban completamente sometidos a sus madres y que no se atrevían a desobedecerlas jamás. Eran pendencieros e ignorantes y nunca ofrecían los debidos sacrificios a los dioses, pero al menos no se hacían la guerra mutuamente. También por ocultas razones, Zeus destruyó a esta raza de plata, agrícola y matriarcal.

Los hombres de la raza de bronce cayeron como fruto de los fresnos y estaban armados con armas de bronce. Comían carne y pan, y les complacía la guerra, pues eran insolentes y crueles. La negra peste acabó con esta raza de pastores(1).
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La cuarta raza de hombres era también de bronce, pero más noble y generosa que la anterior pues los dioses los engendraron en mortales. Participaron en la expedición de los argonautas a la Cólquide y en la guerra de Troya y, al morir, se convirtieron en héroes.

La raza actual, la quinta, es la raza de hierro, una indigna descendencia de la cuarta, una raza formada por hombres degenerados, crueles, injustos, maliciosos, libidinosos, malos hijos y traicioneros...(2)

Mariló me mira sorprendida y comenta:

- ¿Y esos, se supone que somos nosotros, claro?
- Por supuesto. Al menos así es como Hesíodo veía a sus contemporáneos...
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1.- ¿Se refiere, Hesíodo, a los helenos primitivos?
2.- Si el párrafo anterior describe a los guerreros micénicos éste, sin duda, refleja a los brutales dorios.

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