domingo, 31 de julio de 2011

La ruta del calamar: Mesenia


Playa de Kalamata
De regreso desde Methoni pasamos nuevamente por Pilos, si bien, para evitar la atracción de sus agradables terrazas, hicimos la travesía por la parte alta de la ciudad. Luego tomamos la carretera que conduce a Kalamata, cruzamos la península de Mesinia y ante nosotros apareció nuevamente el mar. La carretera discurre monótona bordeando el profundo golfo que separa las penínsulas de Mesinia y Mani y el tráfico, aunque en aumento, seguía siendo escaso.

Mesinia debe su nombre a Mesene, hija del rey argivo Triopas, y que, por tanto, es hermana de Agenor, Yaso y Pelasgo. Estos cuatro hermanos se repartieron entre sí la herencia de su padre, es decir, el Peloponeso, y correspondió a Mesene la bella parte que nos ocupa.

Ahora es Mariló quien hace de copiloto mientras Pablo y Fernando juegan a las cartas, y aprovechan para darse patadas por debajo de la mesa. Nos damos cuenta de la situación y, antes de que la cosa vaya a más, les llamamos al orden. Durante un rato hay un cierto silencio, luego pregunto:

- ¿Cómo llamamos a esta etapa? ¿Se os ocurre algún nombre?
- Llámale golfo de Mesinia -dice Mariló.
- No, mejor, el golfo del Calamar -dice Fernando.
- ¿Por qué Calamar? -pregunta Mariló.
- Por lo de Kalamata, kalamai, cala... no sé qué... - explica Pablo-. O mejor, le podemos llamar Calamaracus Kolpos...
- Golfo del Calamar..., suena bien. A mí lo que me gusta es lo de "Kalamata y su famoso baile, el kalamatianó..."
- ¿El calamatia... qué?
- ¡Mira! -dice Pablo-, vides. Seguro que por aquí anduvo Dionisio con sus métodos persuasivos...
- Y Hera corriendo detrás de él para guisarlo... -apostilló Fernando.

La conversación se animó al mencionar a Dioniso y a su sátiros y ménades. Mariló opina que serían simples borracheras y que luego vendrían las exageraciones literarias y moralizantes. Sin embargo, opino yo, Dioniso comenzó por ser sacrificado él mismo, cuando niño; seguramente es un caso parecido al de Zagreo, Pélope, Orfeo y otros...

- Sí, ya. La costumbre prehelénica del sacrificio ritual de niños... -comenta Mariló-. Yo no me creo ese rollo.
- Que sí, mami. ¿Acaso Abraham no estuvo a punto de sacrificar a Isaac? -pregunta Pablo.
- Es distinto. Abraham era padre... Eso de las madres que descuartizaban ritualmente a sus hijos no me lo puedo creer, por muy borrachas que estuvieran... Si fuera el padre...
- Ya estamos -intervengo yo-. El padre sí, ¿verdad? Pues no, porque el padre... ni existía. En aquella época no se conocía la paternidad, los hombres no servíamos para nada...
- Pues, como ahora...
- Tarara ra rá... ¡Contaré hasta diez...!
- No. Ahora las que no servís para nada sois las mujeres..
- ¡Pablo...! Modérate...
- ¡Mira: Kalamata!

Dicen que Kalamata es una ciudad fea. Un terrible terremoto en 1986 la redujo a escombros y nunca fue convenientemente reconstruida. Sus habitantes optaron por emigrar y su población se quedó reducida a la mitad. Hoy sigue siendo el principal nudo de comunicaciones del Sur del Peloponeso y conserva algo de industria, pero el turismo pasa de largo. No sé si es justo pero, en todo caso, las guías turísticas son las culpables.

domingo, 17 de julio de 2011

Methoni, la rica en viñedos

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Dioniso. Caravaggio

Desde Pilos se tarda apenas media hora en llegar a la medieval Methoni, un puerto fortificado que los venecianos utilizaban para reaprovisionar sus barcos en la ruta a Siria. Dos pequeñas islas, Sapientza y Schiza, cierran la amplia bahía en cuyo interior, además del resguardado puerto, se extiende una hermosa y amplia playa de tranquilas aguas y blanca arena. Varias tabernas de pescado y un par de pequeños hoteles acogen a los turistas, casi todos alemanes, que llegan a estas remotas tierras; también se ve algún que otro italiano que se acerca, tal vez, a recordar aquellos tiempos en que Methoni y Koroni, los dos vértices inferiores del rectángulo que forma la península de Mesinia, formaban los llamados ojos de Venecia.

Homero llamaba a Methoni "la rica en viñedos", y la tradición dice que la producción de vino era tal que los asnos se emborrachaban por las calles con el olor del mismo. Quizá por eso se la llamó Methoni (de methun: emborracharse y oni: asnos) o puede que su nombre sea una simple referencia a Methy, la diosa de la embriaguez. En todo caso, esta referencia al vino nos recuerda las andanzas de su principal valedor, el dios Dioniso, y de sus seguidores, sátiros y ménades.

Después de la muerte de Penteo (véase Tebas), Dioniso invitó a participar en sus orgías a las hijas de Minia, quienes rehusaron la invitación a pesar de habérsela hecho el mismo Dioniso disfrazado de muchacha. Molesto por su negativa, las enloqueció a todas hasta tal punto que Leucipe, la mayor de ellas, ofreció a su propio hijo Hípaso como sacrificio, y las tres hermanas, después de despedazar y devorar al niño, recorrieron frenéticamente las montañas hasta que Hermes las transformó en aves. En recuerdo del asesinato de Hípaso se celebra anualmente en Orcómenos una fiesta llamada "provocación al salvajismo" en la que las seguidoras de Dioniso se sienta en círculo y beben y se proponen adivinanzas; luego, un sacerdote de Dioniso sale corriendo y mata a la primera de ellas que alcanza...

Pero tampoco hay que asustarse demasiado pues, como dice Jenófanes de Colofón, sabido es que

A los dioses todo han atribuido Homero y Hesíodo
cuanto entre humanos es causa de escarnio y reproche:
robar, cometer adulterio, y el mutuo engañarse...