domingo, 17 de julio de 2011

Methoni, la rica en viñedos

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Dioniso. Caravaggio

Desde Pilos se tarda apenas media hora en llegar a la medieval Methoni, un puerto fortificado que los venecianos utilizaban para reaprovisionar sus barcos en la ruta a Siria. Dos pequeñas islas, Sapientza y Schiza, cierran la amplia bahía en cuyo interior, además del resguardado puerto, se extiende una hermosa y amplia playa de tranquilas aguas y blanca arena. Varias tabernas de pescado y un par de pequeños hoteles acogen a los turistas, casi todos alemanes, que llegan a estas remotas tierras; también se ve algún que otro italiano que se acerca, tal vez, a recordar aquellos tiempos en que Methoni y Koroni, los dos vértices inferiores del rectángulo que forma la península de Mesinia, formaban los llamados ojos de Venecia.

Homero llamaba a Methoni "la rica en viñedos", y la tradición dice que la producción de vino era tal que los asnos se emborrachaban por las calles con el olor del mismo. Quizá por eso se la llamó Methoni (de methun: emborracharse y oni: asnos) o puede que su nombre sea una simple referencia a Methy, la diosa de la embriaguez. En todo caso, esta referencia al vino nos recuerda las andanzas de su principal valedor, el dios Dioniso, y de sus seguidores, sátiros y ménades.

Después de la muerte de Penteo (véase Tebas), Dioniso invitó a participar en sus orgías a las hijas de Minia, quienes rehusaron la invitación a pesar de habérsela hecho el mismo Dioniso disfrazado de muchacha. Molesto por su negativa, las enloqueció a todas hasta tal punto que Leucipe, la mayor de ellas, ofreció a su propio hijo Hípaso como sacrificio, y las tres hermanas, después de despedazar y devorar al niño, recorrieron frenéticamente las montañas hasta que Hermes las transformó en aves. En recuerdo del asesinato de Hípaso se celebra anualmente en Orcómenos una fiesta llamada "provocación al salvajismo" en la que las seguidoras de Dioniso se sienta en círculo y beben y se proponen adivinanzas; luego, un sacerdote de Dioniso sale corriendo y mata a la primera de ellas que alcanza...

Pero tampoco hay que asustarse demasiado pues, como dice Jenófanes de Colofón, sabido es que

A los dioses todo han atribuido Homero y Hesíodo
cuanto entre humanos es causa de escarnio y reproche:
robar, cometer adulterio, y el mutuo engañarse...

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