martes, 16 de febrero de 2010

Héroes solidarios: Lordhos Vironos

-
Lord Byron en Missolonghi, por Theodoros Vryzakis

Messolongi es una ciudad fea. Se podrían decir más cosas de ella pero ninguna la convertiría en destino turístico. Y sin embargo, a Messolongi vienen turistas: son, somos, los buscadores de recuerdos, aquellos que venimos sólo porque sabemos que aquí murió un escritor que entregó románticamente su vida por un ideal, ese fue Byron.

En Enero de 1824, procedente de Leucade, llegó aquí el insigne poeta con la idea de liderar el movimiento independentista y reconvertir Grecia en lo que había sido, una tierra de hombres libres y sabios. Los numerosos grupúsculos, más de bandoleros que de soldados, formaban lo que debería ser su tropa: unos 5000 hombres. Entre ellos no había camaradería sino rivalidad, ni había disciplina sino un individualismo rebelde que hacía ingente la tarea de formar un ejército con tales materiales. Pero Byron, inasequible al desaliento, se aplicó a ello con todas sus fuerzas. Meses de paciente entrenamiento, de continuo suministro de dinero a unos jefecillos que pedían más y más, de gestiones para conseguir ayudas militares y económicas acabaron con su salud. Y Byron parecía enojado, incluso algo decepcionado:

Cuando renazcan con sus virtudes los austeros espartanos,
cuando surja de Tebas otro Epaminondas,
cuando Atenas pueda citar de nuevo corazones dignos de sus antiguos héroes,
cuando las mujeres griegas den a luz hombres,
entonces, y sólo entonces, Grecia será libre...
Lord Byron. Peregrinaje de Childe Harold.

Pero unas fiebres oportunas le permitieron, un buen día, hacer su mayor aportación a la causa de la independencia griega: ¡morirse! Byron había entregado su fortuna y su vida por una Grecia libre. La noticia llegó a las distintos grupos de filohelenos existentes en los países europeos como un aldabonazo a sus conciencias. La opinión pública se movilizó y, dos años más tarde, cuando Messolongi volvió a caer en manos turcas, las armadas de las tres potencias militares del momento (Rusia, Gran Bretaña y Francia ) se acercaron al Peloponeso. Como la pólvora estaba cargada, una chispa insignificante provocó la batalla de Navarino y la flota turca fue exterminada. El camino para la liberación quedaba expedito.

Probablemente Byron no hubiera sido un buen comandante militar o, al menos, eso cabe deducir de su falta de formación; tampoco era fácil llevar a sus desarrapados a la victoria, pero, con su muerte, lo consiguió todo. Nunca una muerte supuso tal victoria. Hoy, en toda ciudad griega, la calle principal tiene un nombre conocido: Vironos, Lordhos Vironos, el nombre de Byron helenizado.