miércoles, 3 de agosto de 2011

La playa de Kalamata: ¡Vaya par de gemelos!

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La playa de Kalamata

Kalamata, a pesar de su falta de interés para el visitante, tiene una bonita playa de fina y blanca arena. La vimos, nos paramos, y allí nos pasamos un par de horas recordando más y más mitos...

Perieres, hijo de Eolo y rey de Mesenia, se casó con Gorgófone, la hija de Perseo, de quien tuvo dos hijos: Afareo y Leucipo. Pero cuando Perieres murió, Gorgófone se negó a subirse a la pira sobre la que iba a ser quemado el cadáver de su marido y a morir como hasta entonces había sido costumbre entre las viudas. Por el contrario, Gorgófone no sólo no se suicidó sino que, en segundas nupcias, volvió a casarse, esta vez con Ebalo, rey de Esparta, del cual tuvo como hijos a Tindáreo, Icario e Hipocoonte. Fue Tindáreo quien sucedió a su padre como rey de Esparta mientras que Icario, que sería el suegro de Odiseo, actuaba como co-rey. Pero Hipocoonte, ayudado por sus doce hijos y, tal vez, por el propio Icario, destronó a Tindáreo quien huyó a Etolia donde le acogió el rey Testio. Allí se casó con Leda, la hija de su benefactor, de quien tuvo a Cástor, Clitemestra, Polideuces y Helena, si bien, al parecer, los dos últimos eran hijos del propio Zeus y no de Tindáreo. Con el tiempo, Tindáreo recuperó su trono en Esparta y, a su muerte, éste pasó a su dos hijos, llamados Dióscuros o hijos de Zeus, quienes gobernaron como co-reyes (según otra versión habrían muerto antes que su padre y el reino habría pasado directamente a Menelao, el marido de Helena).

Mientras tanto, en Mesenia, había muerto Perieres y el trono había pasado a su hijo mayor Afareo, aunque, al parecer, su hermano Leucipo también actuaba como co-rey. Y Afareo, casado con su hermanastra Arene, tuvo por hijos a Idas (de quien algunos dicen que, en realidad, era hijo de Poseidón), Linceo (uno de los argonautas, capaz de ver en la oscuridad o a través de la materia) y Piso (el primer rey de la ciudad de Pisa, en la Elide). Por otro lado, Leucipo fue padre de dos hijas, sacerdotisas una de Atenea y otra de Artemisa, quienes se comprometieron en matrimonio con sus primos Idas y Linceo, y con ellos se hubieran casado si los Dioscuros no las hubieran raptado y hecho sus mujeres. Esto ocasionó la enconada rivalidad entre los dos pares de mellizos, primos entre sí.

Los inseparables Dioscuros se convirtieron en el orgullo de Esparta, habiendo ganado numerosos premios en los Juegos Olímpicos; y no menos orgullosos se sentían en Mesenia de los valientes Idas y Linceo, de los cuales el primero era más fuerte, por ser hijo de Poseidón, mientras que el segundo, con sus ojos que todo lo veían, era su complemento perfecto. De ambos pares de mellizos se cuentan numerosas historias, la primera de las cuales está protagonizada por los mesenios.

Al parecer, Eveno, rey de Etolia, deseaba que su hija Marpesa continuara virgen por lo que desafiaba a todos sus pretendientes a una carrera de carros con la condición de que, de vencerlo, tendrían como premio a su hija, mientras que, en caso contrario, el pretendiente pagaría su osadía con la muerte. Y las paredes de la casa de Eveno estaban repletas de cabezas de pretendientes cuando Idas, enamorado de Marpesa, decidió probar fortuna. Pero Idas, antes de irse a Etolia, pidió a su padre Poseidón un tiro de caballos capaz de salvarle la vida en el trance que estaba dispuesto a correr. Y Poseidón no pudo menos que complacer a su hijo a quien entregó unos caballos alados invencibles.

Tan seguro estuvo Idas de sí mismo que, en vez de participar en la prueba, raptó directamente a Marpesa, huyó con ella a Mesenia y la hizo su mujer. Eveno los persiguió sin éxito, muriendo en un accidente de carro cuando estaba a punto de alcanzarlos. Y el rapto hubiera terminado bien para Idas si no fuera porque a la prueba para conseguir a Marpesa también se había apuntado el dios Apolo. Así que, cuando Idas y Apolo se encontraron, fue inevitable el enfrentamiento. Y la lucha fue tan terrible que el propio Zeus tuvo que intervenir para separarlos. Luego, pidió a Marpesa que eligiera entre los dos candidatos y que ambos aceptaran su decisión. Cierto que Apolo era dios, pero no por eso se dejó engañar Marpesa, pues sabía que ella era mortal y que al envejecer él la abandonaría. Se decidió, pues, por Idas y los mesenios consiguieron una hábil reina.

Ya hemos visto que los mellizos mesenios y los espartanos eran rivales enconados, pero no por ello dejaban de ser primos, así que en alguna ocasión unieron sus fuerzas para realizar empresas conjuntas. En cierta ocasión, deseando apoderarse de ganado, decidieron hacer conjuntamente una incursión en tierras de Arcadia. La incursión les proporcionó un abundante botín y, habiéndose alejado lo suficiente para estar a salvo de los arcadios, mataron un buey y decidieron saciar su apetito. Fue entonces cuando se les ocurrió una nueva competición: dividir el buey en cuatro partes y comer cada uno su parte tan deprisa como pudiera; el que terminara primero se llevaría la mitad del ganado mientras que la otra mitad sería para quien acabara segundo. Los últimos en terminar se quedarían, por tanto, sin nada. Como era de esperar, la competición acabó en una contienda entre unos y otros mellizos, en la cual parece que resultaron muertos todos menos Polideuces, el hijo de Zeus, a quien se le ofreció la inmortalidad sin que él la aceptara pues, inseparable como siempre, quiso correr la misma suerte que su hermano.