Playa de Kalamata |
Mesinia debe su nombre a Mesene, hija del rey argivo Triopas, y que, por tanto, es hermana de Agenor, Yaso y Pelasgo. Estos cuatro hermanos se repartieron entre sí la herencia de su padre, es decir, el Peloponeso, y correspondió a Mesene la bella parte que nos ocupa.
Ahora es Mariló quien hace de copiloto mientras Pablo y Fernando juegan a las cartas, y aprovechan para darse patadas por debajo de la mesa. Nos damos cuenta de la situación y, antes de que la cosa vaya a más, les llamamos al orden. Durante un rato hay un cierto silencio, luego pregunto:
- ¿Cómo llamamos a esta etapa? ¿Se os ocurre algún nombre?
- Llámale golfo de Mesinia -dice Mariló.
- No, mejor, el golfo del Calamar -dice Fernando.
- ¿Por qué Calamar? -pregunta Mariló.
- Por lo de Kalamata, kalamai, cala... no sé qué... - explica Pablo-. O mejor, le podemos llamar Calamaracus Kolpos...
- Golfo del Calamar..., suena bien. A mí lo que me gusta es lo de "Kalamata y su famoso baile, el kalamatianó..."
- ¿El calamatia... qué?
- ¡Mira! -dice Pablo-, vides. Seguro que por aquí anduvo Dionisio con sus métodos persuasivos...
- Y Hera corriendo detrás de él para guisarlo... -apostilló Fernando.
La conversación se animó al mencionar a Dioniso y a su sátiros y ménades. Mariló opina que serían simples borracheras y que luego vendrían las exageraciones literarias y moralizantes. Sin embargo, opino yo, Dioniso comenzó por ser sacrificado él mismo, cuando niño; seguramente es un caso parecido al de Zagreo, Pélope, Orfeo y otros...
- Sí, ya. La costumbre prehelénica del sacrificio ritual de niños... -comenta Mariló-. Yo no me creo ese rollo.
- Que sí, mami. ¿Acaso Abraham no estuvo a punto de sacrificar a Isaac? -pregunta Pablo.
- Es distinto. Abraham era padre... Eso de las madres que descuartizaban ritualmente a sus hijos no me lo puedo creer, por muy borrachas que estuvieran... Si fuera el padre...
- Ya estamos -intervengo yo-. El padre sí, ¿verdad? Pues no, porque el padre... ni existía. En aquella época no se conocía la paternidad, los hombres no servíamos para nada...
- Pues, como ahora...
- Tarara ra rá... ¡Contaré hasta diez...!
- No. Ahora las que no servís para nada sois las mujeres..
- ¡Pablo...! Modérate...
- ¡Mira: Kalamata!
Dicen que Kalamata es una ciudad fea. Un terrible terremoto en 1986 la redujo a escombros y nunca fue convenientemente reconstruida. Sus habitantes optaron por emigrar y su población se quedó reducida a la mitad. Hoy sigue siendo el principal nudo de comunicaciones del Sur del Peloponeso y conserva algo de industria, pero el turismo pasa de largo. No sé si es justo pero, en todo caso, las guías turísticas son las culpables.
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